¿Qué es la depresión?
La depresión es un tema cada vez más tratado por la población general. El tabú que, antes había con las enfermedades mentales se ha ido disipando con el paso del tiempo. Esto ha provocado que algunas de ellas, como la depresión o la ansiedad sean cada vez más conocidas y, por lo tanto, mejor comprendidas a nivel social.
Lo más importante antes de seguir con la entrada de hoy es definir la base de cualquier tipo de trastorno depresivo: los episodios depresivos mayores. Según el DSMV (la última versión del sistema de clasificación de las enfermedades mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría), para que se considere un episodio mayor se deben dar cinco o más síntomas depresivos, en las últimas dos semanas, relacionados con un bajo estado de ánimo y una pérdida del interés o capacidad de sentir placer. Esta sintomatología, pues, provocará malestar o deterioro social, laboral o de otras áreas de actividad.
Aunque podría parecer que comparte muchas características con la ansiedad, la realidad nos muestra que la ansiedad se podría considerar más bien un desencadenante de los episodios depresivos. Esto es debido a que, desde la psicología, una de las teorías sobre la etiología de la depresión más comúnmente aceptada es el hecho de definirla como un intento fallido de solucionar un problema, implicando un incremento de la ansiedad a medida que se comprueba que no se puede solucionar dicha dificultad y, por lo tanto, provocando la aparición de la depresión una vez esto se convierte en un bucle. Aun así, diversas teorías alternativas han logrado probar que existe un factor endógeno y hereditario que predispone a sufrir este trastorno.
Dicho esto, es importante mencionar los dos tipos de depresión más comunes y diferenciados:
Distimia. Es el más común, y está caracterizado por un estado de ánimo permanente de tristeza. A esto se le añade una falta de motivación, pensamientos negativos recurrentes, alta sensibilidad a cualquier cosa, etc. Con todo, son capaces de realizar las tareas del día a día, aunque éstas requieren un esfuerzo mayor.
Depresión mayor. Este tipo sería ya el deterioro severo de la vida de la persona a causa del estado de ánimo triste, el cual acarrearía un gran sufrimiento psicológico que le impediría o dificultaría realizar las tareas del día a día. Es muy importante el tratamiento de este tipo de depresión debido a que su cronicidad puede derivar en una grave enfermedad mental.
Así pues, ¿qué debemos hacer ante la depresión? Pues, lo primero y más importante es realizar un buen ejercicio de prevención. Esto implicaría la diversificación de nuestros intereses, así como su buen desarrollo. Hablaríamos de dedicarle tiempo a nuestra red de apoyo social, la familia, los hobbies, el trabajo o estudios, el tiempo de ocio, la alimentación, el descanso, etc.; evitando, siempre, obsesionarnos con alguno de estos aspectos.
Continuando, debemos mostrar nuestro apoyo y comprensión a aquellas personas que están pasando por un episodio depresivo, evitando actuar de forma condescendiente sobre ellos. Lo más importante, una vez hemos transmitido nuestro interés por su bienestar, es mostrar una actitud de espera activa hacia cualquier paso que quiera dar.
Por último, pero no menos importante, debemos recomendar el abordaje del problema por parte de un profesional de la salud mental, es decir, realizar tratamiento psicológico. Dentro de estos tratamientos, recomendamos que se opte por la psicoterapia y la farmacoterapia en aquellos casos en los que sea necesario.
La depresión es cada vez más conocida debido a su alta prevalencia en la población general. Es importante conocer sus síntomas más frecuentes para así desarrollar estrategias de prevención. En caso de que se padezca alguno de sus tipos, es importante buscar ayuda profesional y realizar un afrontamiento activo del problema.
